El CisneNegro de @Nassim Nicholas Taleb era uno de esos que forman parte de la columna de mis libros pendientes, cada vez más alta, que hay en mi mesilla de noche para leer un rato antes de dormir (ahora entiendo por qué se llaman libros de cabecera…)

Aunque ya conocía el concepto, la irrupción de la pandemia del #COVID19 provocó que le arrebatara el libro a mi mesilla y me dispusiera a acabarlo rápidamente. Para aquéllos que no están familiarizados con el concepto, un cisne negro es la metáfora de aquellos sucesos que ocurren por sorpresa, que nadie los había previsto porque era altamente improbable que ocurrieran y que tienen un alto impacto en la sociedad.

Muy resumidamente, lo que viene a decir Taleb en su libro es que los cisnes negros son consecuencia de un mundo complejo; que debemos protegernos de ellos; que a toro pasado, todos los sucesos se pueden explicar, pero antes no; que se busca en lo conocido y a veces se descubre algo por casualidad que no se conocía; que la predicción del futuro no es verdad (nadie fue capaz de predecir un crack como el del 29 que, según las estadísticas, no debería haberse producido en billones de años); afirmamos que alguien es hábil en algo después de los hechos (p.ej si @Facebook no fuera la empresa triunfadora que es hoy, su fundador @Mark Zuckerberg tampoco sería lo crack que se considera hoy), y que es más importante lo que no sabemos que lo que sí sabemos.

Ya hemos vivido otros dark swans en el pasado: el atentado de las Torres Gemelas de Nueva York el 11 de septiembre de 2001 o el #Brexit, pero hoy estamos asistiendo a uno de los más colosales de los últimos tiempos por haber parado en seco el mundo entero y, a pesar de que estamos intentando adaptarnos a estas nuevas circunstancias, no podemos ignorar que esto va a suponer un punto de inflexión en la historia de la humanidad.

En esta situación, algunos padecerán el síndrome de la ostra y acumularán capas y capas conforme pasan los meses, formando conchas con las que creerán protegerse de la adversidad de los acontecimientos, pero éste no es el camino por el que hemos optado en @Monday Happy Monday

Hoy, las organizaciones navegamos a vela y el único motor que tenemos es el viento. Los navegantes bien saben que el viento no es constante, ni en su dirección ni intensidad. Además, en el mundo en que vivimos, hay olas, corrientes… Ello nos ha obligado a cambiar rápidamente nuestro rumbo, a virar. No tenemos más que ver cómo la pandemia nos ha digitalizado a la fuerza.

Otras teorías, como la del caos en las organizaciones, explica cómo situaciones de cambio rápidas, de gran desorden y confusión, como la que estamos viviendo, no pueden ser gestionadas por los estándares de siempre. Entonces, ¿cómo tenemos que hacerlo?

En Monday Happy Monday le hemos dado toda una vuelta de calcetín a nuestro business model canvas y lo hemos reinventado. Hemos enriquecido nuestra propuesta de valor, creado nuevos canales, nuevas relaciones con nuestros clientes, con nuestras alianzas… en un tiempo récord. En definitiva, nos hemos adaptado al nuevo orden de forma ágil, pero no sólo por esta vez, pues estamos seguras de que vendrán más dark swans. Continuaremos siendo ágiles y, como dice @Henry Mintzberg en su artículo An Overview of the Design School of Strategic Management, seguiremos buscando oportunidades y soluciones para nuestros clientes allí donde no las haya. Es nuestra manera de ser.

Tanto las organizaciones inquietas como aquéllas que quieren volver a brillar deberán cambiar la estabilidad, la seguridad y el control por la innovación y la reinvención y sólo esta nueva cultura protegerá su supervivencia ante los cisnes negros que, sin duda, seguirá trayendo consigo ese futuro tan impredecible.

 

 

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