Actualmente, las personas estamos forzadas a usar el mundo digital para comunicarnos, socializar e incluso generar conocimiento y seguir avanzando. Pero ¿cómo lo estamos haciendo? ¿estamos dando la talla?

La virtualidad real

Uno de los sociólogos más citados en temas de comunicación es el Catedrático Manuel Castells, actual Ministro de Universidades en España. Así que, con respeto, me sumo a incluir aquí alguna de sus afirmaciones que creo que nos pueden dar luz en relación a lo que hoy quiero compartir.

Ya en el año 2000, Castells escribía sobre un concepto que desde que lo leí la primera vez, no deja de generarme interés: la virtualidad real. Nos cuenta que no existe una sociedad física y una sociedad virtual, sino que la virtualidad es una de las dimensiones de nuestra realidad. Castells ya nos contaba hace años que vivimos en y con Internet todo el día. Y es que los hechos son que, en los últimos 20 años, Internet ha pasado de tener 40 millones de usuarios a 4.200 millones.

Él también afirma que las redes sociales actualmente son el centro mediático, cultural y político de nuestras sociedades. Si esta afirmación en el mundo pre-covid podía ser motivo de debate, personalmente creo que hoy, en plena pandemia mundial donde la presencialidad es mínima, esta afirmación ya es poco cuestionable. Las personas nos hemos visto forzadas a entrar sí o sí en la virtualidad si queríamos seguir trabajando, informándonos, relacionándonos, etc. Muchas de las reticencias de algunas personas, y en especial de algunas generaciones, a entrar en la dimensión virtual de nuestra realidad, han tenido que ser superadas en los últimos 8 meses.

Retomando mi pregunta inicial, ¿cómo lo estamos haciendo? ¿cómo es nuestra vida en digital?

Me gustaría ceñirme únicamente al ámbito laboral donde más del 30% de la población activa, en España, está trabajando desde el mes de marzo gracias a la virtualidad. Creo que en muchos aspectos sí lo estamos haciendo bien, pero en mucho otros no. Y es que nos estamos olvidando justamente de lo que nos diferencia de los animales: nuestra humanidad. Que estemos interactuando virtualmente, no nos puede llevar a olvidarnos de ella. ¿Qué somos entonces? ¿Qué seremos?

Nos estamos olvidando de nuestra humanidad

¿Qué somos si no mantenemos las mínimas formas de educación en los canales digitales? ¿Qué somos si nos despistamos a la hora de generar proximidad con las personas con las que trabajamos para poder a partir de aquí crear valor? ¿Quienes somos si apagamos nuestras cámaras? ¿Qué seremos si de golpe guardamos en un cajón todas nuestras competencias de relación como la escucha activa, la empatía y la individualización? ¿Qué seremos si no cuidamos espacios de socialización tan necesarios en las circunstancias actuales?

Soy consciente que la pandemia nos está poniendo grandes retos a los profesionales. Trabajar en un porcentaje elevadísimo de virtualidad no es ni fácil de sobrellevar ni “normal”.  Sé que no es sencillo trabajar sin tocar el terreno, sin tener al alcance de la mano a nuestros compañer@s, sin poder reunir a nuestros equipos alrededor de una mesa para enfocar ciertos temas, con tanta interacción a través de pantallas y sin tener a nuestros alumnos cara a cara… pero no nos olvidemos de nuestra humanidad.

Este mundo, presencial o virtual, es el nuestro. Está en nuestras manos cómo seremos capaces de gestionarlo en función de nuestra realidad personal, laboral y social. Y tengo algo muy claro: esto no va ni de herramientas ni de tener el mejor wifi, va de personas que se esfuerzan por no dejar de ser humanas.

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