Voy a empezar este post como el discurso de Steve Jobs en la Universidad de Stanford en 2005: Hoy os quiero explicar 3 historias sobre el mundo del trabajo y sobre mi vida. Nada especial. Son sólo 3 historias que dividiré en 3 post: pasado, presente y futuro del trabajo.
La primera historia de hoy es sobre mi padre, Antonio. Tiene 78 años. Apenas tenía 20 en la foto de cabecera de este post. Nació en un pequeño pueblo de Andalucía llamado Cuevas de San Marcos. Cuando era pequeño vivía en el campo con su padre y sus 6 hermanos. Su madre falleció cuando el apenas tenía 14 años. Empezó a trabajar en el campo de muy pequeño. Para ir a la escuela tenía que atravesar los campos de noche subido en un burro. En la escuela aprendió a leer, escribir y hacer las operaciones de matemáticas más básicas. Cuando hubo aprendido a hacer esto, dejó de ir a la escuela y nunca más volvió. Sólo tenía 12 años.
Cuando acabo el servicio militar en Cádiz donde se encontró con el mar por primera vez, ya no volvió a su tierra. Se fue a Barcelona a buscar trabajo y pronto se incorporó a trabajar en una fábrica. Su trabajo en la cadena de montaje requería disciplina, concentración en tareas repetitivas y cumplir con unos horarios, por lo cual en la fábrica buscaban personas que supieran cumplir órdenes, que fueran puntuales y que trabajaran duro. Mi padre era un trabajador obediente, infalible, que se adaptó muy rápidamente al trabajo, así que le fue bastante bien. Ser un hombre eficiente, como lo era mi padre, era imprescindible en un mundo predecible, un mundo donde alguien sabía lo que iba a pasar y lo que se tenía que hacer y lo enseñaba al que no lo sabía.
Fue el mundo en el que el hombre llegó a la Luna en 1969. Aquél fue un hito muy complicado de conseguir. Se necesitaron muchos recursos humanos, materiales, financieros, tecnológicos, mucho conocimiento… pero cuando se tuvieron, el hombre pudo pisar la Luna.
Cuando mi padre hizo 25 años que trabajaba en la fábrica, la empresa le regaló un reloj de oro como premio a su fidelidad y a los 65 se jubiló donde siempre había trabajado. Mi padre jamás se planteó si le gustaba o no trabajar ahí. De hecho, la palabra trabajo viene del latín y significa tortura. Así que, supongo que mi padre, como muchos padres de la época, asumió que aquél era el precio que debía pagar si quería prosperar. Así lo hizo y lo consiguió.
Las expectativas de los mayores… articulo reflexivo, interesante e inspirador! Con ganas de leer la segunda y tercera historia. Gracias.
Es muy valioso tener a nuestros padres presentes; en mi caso, mi padre nació en 1917 y cuando tenía 1 año, su padre murió. A los 7 ya trabajaba en una pastelería de mozo repartidor, fue a la escuela para aprender a leer y a escribir y dejó de trabajar en su propia parada del mercado a los 70 años de edad. También hizo el servicio militar en Cadiz y luchó en el bando republicano durante la Guerra Civil. Vivió para trabajar y poder mantener a su familia: que no nos faltara ni comida ni estudios; que bueno tener presente nuestro origen y honrar el trabajo de nuestros ancestros. Gracias, Maite!
Me alegro de que te haya hecho reflexionar e inspirado el artículo Laura. Vamos a por la segunda entrega que seguro también te gustará….
Efectivamente Carme. Este artículo, además de ilustrar el pasado del trabajo, pretende ser también un homenaje a nuestras madres, padres, abuelas, abuelos… Gracias por tu comentario
Gracias compartir las histories de tu familia, Maite. Muy ejemplificadoras y que nos invitan a reflexionar sobre donde estamos, de donde venimos y a donde vamos.
Importantísima la referencia que haces al “mundo predecible” del que partimos (no tan lejano) y el contraste del siglo XXI que nos está mostrando una velocidad en aumento de los cambios a nuestro alrededor.
Velocidad que seguro seguirá incrementando y que nos hace desarrollar y poner en valor la habilidad de “adaptación al cambio”. Cada vez más por delante de otras habilidades
Gracias a ti por tu interés en leerlas, Marga. Efectivamente, de vez es bueno echar la vista atrás para ver de dónde venimos y entender el presente. No hace tanto tiempo de ese mundo predecible. Seguro que ha pasado menos de un milisegundo si lo comparamos con la historia de la Humanidad. Sin embargo, cuando comparamos el pasado con el presente, el cambio es tan abrupto que nos da la sensación que ha pasado una eternidad. Comparto contigo que la cosa irá a más y debemos estar preparadas…
Hermoso testimonio. Estaba buscando una lectura, para poder ser compartido con mis estudiantes de Primaria y hhae este bonito relato. Tiene mucho como para poder conversar con los niños. Muchas gracias por compartirla. Saludos desde Lima – Perú
Muchas gracias por tus palabras. Me alegra enormemente saber que el testimonio ha resonado en ti. Si el relato puede ser un punto de partida para conversaciones significativas con los niños, entonces su propósito se ha cumplido plenamente. No dudes en adaptarlo según lo necesites para tus clases.