Hace un par de meses mientras leía uno de los artículos del inspirador Xavier Marcet (26 de enero de 2020. Catecismos corporativos. La Vanguardia) me sentí inevitablemente interpelada con una de sus frases. Decía que «vender metodologías a granel… es algo muy similar a vender humo». Mi visión al respecto es algo diferente, os cuento.
En estos días, todas las personas sin excepción, estamos experimentando la máxima expresión de la incertidumbre y de lo que significa vivir en un entorno complejo e incluso caótico. Quien más quien menos, ha tenido que tomar decisiones en el ámbito personal y profesional en medio del caos.
Atrás quedó la necesidad de usar la pedagogía para explicarle a alguien el framework conceptual Cynefin de Dave Snowden y sus cuatro cuadrantes. Todas las personas que habrán vivido en el 2020 podrán entender fácilmente la diferencia entres estos mundos que describo a continuación.
- El mundo simple, donde existían las mejores prácticas.
- El mundo complicado, donde éramos las reinas y los reyes de editar manuales de buenas prácticas.
- El mundo complejo, el del siglo XXI, donde con la mentalidad de experimentar estamos en búsqueda constante de dar con prácticas emergentes que resuelvan nuestros problemas de forma colaborativa y ágil.
- Y el mundo caótico, el de Marzo 2020, donde prima la improvisación a la hora de resolver y que, para darle un toque de optimismo, es sin dudarlo una ventana de oportunidad para que las prácticas novedosas salgan a la luz de forma brillante.
Personalmente desde el día 1 de esta crisis he decidido situarme en esta visión optimista. Deseo que cuando acabe toda esta crisis del COVID-19, que tanto sacrificio, esfuerzo y sufrimiento está trayendo, hayamos dado entre todas las personas un gran paso adelante en diferentes ámbitos de nuestra sociedad. Que hayamos descubierto prácticas novedosas que nos vayan a hacer la vida más fácil a las personas y que hayamos hecho aprendizajes personales y colectivos que nunca en un entorno relativamente estable podríamos haber conseguido. De hecho, no se puede quedar en deseo, deberíamos buscar y provocar estos aprendizajes.
Cuando volvamos de nuevo al mundo complejo, ahora tan ansiado, los profesionales tendremos que seguir adelante más que nunca y poner grandes dosis de voluntad, actitud y talento al servicio de resolver nuestros nuevos retos diarios.
¿Pero cómo lo haremos? ¿Cómo lo harán?
¿Cuáles serán nuestras herramientas? ¿Cuáles serán sus herramientas?
¿Cómo experimentar más que nunca en la complejidad?
¿Cómo descubrir soluciones que realmente funcionen?
¿Cómo lidiar con los recursos limitados?
¿Cómo conseguir agilidad en la implementación?
¡Lideremos en el mundo post COVID-19!
Analicemos y discernamos bien cuáles son los focos importantes.
Hagámoslo de forma consciente con propósitos honestos y auténticos.
Démosles a las personas herramientas para poder hacer su trabajo.
Pongámosles al alcance de su mano metodologías que les permitan tener hojas de ruta.
Creamos en las personas y en su sabiduría para usarlas con cintura.
Pongámosles a su lado facilitadores del cambio que les apoyen en el camino.
Si las metodologías son humo, fumemos tod@s… las necesitaremos seguro.