Desde mi experiencia en el aula, y con la pasión de quien busca innovar y transformar el aprendizaje, hoy quiero compartir mis reflexiones sobre los cambios necesarios en nuestras aulas.
Si eres docente, me gustaría que tuvieras en cuenta que yo imparto clase en la Facultad de Educación de la Universidad de Barcelona y que hablo desde mi experiencia personal en estos últimos años, con la vocación de ilustrar lo que yo estoy viendo y compartir con otr@s profesionales para generar conocimiento compartido.
Me gustaría contarte que mi 2025 laboral empezó bonito. Tuve la suerte de arrancar enero visitando la Facultad de Economía de la Universitat de Barcelona. ¿Has estado alguna vez en esta Facultad? La verdad es que es preciosa.
Esta vez fui allí para impartir un curso a un grupo de profes universitarios con motivación y determinación por seguir mejorando su práctica docente. Vinieron de la Facultad de Enfermería, Química, Biología, Geografía e Historia, Farmacia, Economía y Empresa, Educación y Bellas Artes. Tuvimos la suerte de poder aprovechar el parón de clases universitarias para compartir tres jornadas donde pudimos conocer la metodología Design Thinking, adentrarnos en cada una de sus etapas y, lo más importante, compartir y reflexionar sobre cómo este tipo de metodologías puede llevarse a nuestras aulas universitarias para conseguir impactar en el proceso de aprendizaje de nuestras alumnas y alumnos.
Así que de todo lo que allí vivimos, aprendimos y reflexionamos, que fue mucho, me gustaría traer aquí una parte. Y es la que hace referencia a los objetivos docentes que en la enseñanza superior deberíamos tener, sea cual sea nuestra especialidad.
La Universidad como un espacio conectado con el mundo exterior
Imagina un aula universitaria: barullo, la profesora entra, cierra la puerta, se hace un relativo silencio y comienza la clase. Sin embargo, aunque cerremos la puerta, las aulas no están aisladas del mundo exterior. Al contrario, en ellas se reflejan y conviven los cambios sociales y culturales, la irrupción de las tecnologías emergentes, las crisis ambientales y humanitarias, así como la polarización política, entre otros fenómenos.
¿Cómo son l@s alumn@s que tenemos en clase?
Por muy apasionados que seamos de la tecnología, lo cierto es que las alumnas y alumnos que tenemos en clase han crecido inmersos en un entorno digital desde su infancia. Esto les ha permitido desarrollar una relación más natural con las tecnologías emergentes, facilitándoles tanto la comprensión de su funcionamiento como su rápida adaptación al uso cotidiano.
Desde mi perspectiva, esta familiaridad con la tecnología, los predispone a integrar y desarrollar estas herramientas de forma creativa, siempre que cuenten con una educación tecnológica adecuada, acceso a recursos de calidad y un acompañamiento que fomente su uso responsable.
Además, su comprensión global del mundo es significativamente mayor que la que teníamos a su edad. Y su exposición a diversas culturas desde la infancia les ha permitido desarrollar una conciencia más profunda de la diversidad cultural existente, lo que les permite enriquecer su perspectiva y su capacidad para adaptarse a entornos multiculturales.
Aunque en todas las generaciones hay excepciones, lo cierto es que las personas que tenemos en clase muestran un interés creciente por cuestiones como la emergencia climática y las urgencias sociales. Este interés se refleja de manera tangible en sus decisiones de consumo, optando cada vez más por productos y servicios que promuevan la sostenibilidad y la justicia social.
Sea como sea, lo que es seguro es que a ellas y ellos les tocará liderar la transición hacia un mundo más sostenible y socialmente más justo.
Por ello, quizás sea momento de dar un paso adelante como docentes. Debemos empezar a revisar nuestra mirada sobre esta generación, reconociendo su potencial y apoyándolos en el camino que deberán recorrer. Las generaciones anteriores no les hemos dejado, precisamente, un mundo sencillo. Más bien, todo lo contrario: les dejamos un planeta donde se han derrochado recursos, donde la paz ha sido subestimada, y donde nos hemos distraído resolviendo cuestiones triviales, mientras los grandes dramas humanos permanecen escondidos bajo la alfombra de nuestras conciencias.
Y entonces, ¿cómo les ayudamos?
Estamos a tiempo. Para empezar, deberíamos hacer lo posible por poner en sus manos las cuatro competencias estratégicas y transversales que seguro necesitarán en su futuro más cercano, sea cual sea su profesión, sector o reto al que se enfrenten: tener y aplicar el pensamiento crítico en el proceso de análisis de oportunidades y retos; ser capaces de usar la creatividad aplicada a la resolución de problemas; saber trabajar en equipo interdisciplinar; finalmente, tener competencias de autoliderazgo y liderazgo para llevar todo adelante y hasta al final.
¿Cuál debería ser nuestro rol como docentes?
Las aulas universitarias parecen un sitio idóneo para dejar todo este legado. ¿No crees? Entonces, si volvemos a ese momento en que cerramos la puerta de clase para calmar el barullo y empezar nuestra clase, allí debería estar pasando lo siguiente, bajo nuestro liderazgo:
1️⃣ Crear condiciones para un aprendizaje significativo: Atrás quedaron esas clases magistrales donde el señor contenido y el señor profesor eran el centro. Ahora, en el centro están los alumnos y su proceso de aprendizaje. Es nuestra responsabilidad, facilitar que se den las condiciones, tanto tangibles como intangibles, para que este aprendizaje se dé de manera efectiva.
2️⃣ Priorizar los objetivos competenciales: Estos deberían ser centrales en nuestra docencia. No podemos limitarnos a objetivos de aprendizaje basados únicamente en la adquisición de contenidos. Debemos encontrar la manera, cada uno desde su nuestra especialidad, de ofrecer a los estudiantes oportunidades para desarrollar estas competencias estratégicas que necesitarán en su futuro.
3️⃣ Acompañar la profesionalización de los estudiantes: Claro está que estamos formando personas, pero también debemos prepararlas como futuros profesionales en un contexto laboral convulso. Es crucial ayudarlos a comprender cuál podría ser su propuesta de valor como profesionales, cuál será su posible impacto, y a explorar los posibles escenarios y retos que se encontrarán en sus trayectorias laborales.
4️⃣ Ser un modelo vivo de ética profesional: La ética profesional no debería acotarse a un “tema” de un día en una clase. Como docentes, somos profesionales, y como tales, debemos ser modelo de la ética profesional en nuestro sector. Esto cobra especial importancia en un mundo cada vez más tecnificado y donde el peligro de confundir lo posible con el “todo vale” es real. Y no, no todo vale.
5️⃣ Integrar los objetivos de aprendizaje específicos de cada especialidad: Por supuesto, los objetivos de aprendizaje vinculados al conocimiento de cada disciplina o ámbito son fundamentales. Pero deben estar enmarcados en una visión más amplia que incluya todos los aspectos mencionados anteriormente. Solo así lograremos una formación verdaderamente integral.
Con este marco claro de nuestros objetivos como profesor o profesora es cuando nos debemos poner manos a la obra para innovar en nuestra práctica docente. Y es ahí donde metodologías como el Design Thinking, o tantas otras, se pueden convertir en grandes aliadas que, llevadas al contexto del aula, nos pueden ayudar a aumentar la consecución de los objetivos antes nombrados.
La inspiración, el toque final ✨
Para finalizar, no me gustaría dejar de hablar de un último ingrediente, para mi clave, que es la “inspiración”. Nuestra labor docente siempre debería tener grandes dosis de ella. La inspiración debe estar en nuestras palabras, comportamientos y actitudes.
La motivación debería ser la gasolina para que nuestro alumnado pueda andar el camino de hacerse grandes profesionales. La visión de todo aquello que podrán llegar a ser e impactar. Creo firmemente que en la medida que les ayudemos a proyectarse al futuro, podremos trabajar con alumnas y alumnos con pasión por retarse, aprender y crecer.
El aula como un reflejo del mundo
Y claro que el contexto universitario no es un camino de rosas y hay restricciones, recursos limitados, visiones diferentes, etc. Pero es que justamente allí donde nuestro alumnado va a ir a parar. El aula no es un lugar desconectado del mundo. El aula es el mundo y debemos liderarla como tal.
Entonces, ¿Te sumas a revolucionar las aulas universitarias?