¿Y si nos empezamos a hacer las preguntas correctas para que este impasse en nuestras vidas valga la pena?
Un impasse se refiere a una situación a la que no se encuentra una salida. He escuchado varias veces eso de que la COVID nos ha quitado dos años de nuestra vida. Pero lo cierto es que esto no es realmente así. Ciertamente, la COVID nos está imponiendo un contexto donde las personas nos hemos sentido en muchos momentos atadas de pies y manos. Hemos tenido nuestras libertades limitadas y la frustración es algo que todas hemos sentido en algún momento de estos casi ya dos años. Sin embargo, no estamos en un impase. De hecho, hemos vivido todos los días con todas sus noches, sin parar. Nuestro reflejo innato de supervivencia ha hecho que hayamos decidido seguir adelante. Solo hace falta que miremos detenidamente a nuestro alrededor para darnos cuenta de cómo tantas y tantas personas han sacado adelante sus proyectos, sus sueños y sus vidas a pesar de las difíciles circunstancias.
Hoy me gustaría proponer una nueva mirada a este impasse. Una nueva mirada más constructiva y positiva, y si se me permite, una mirada más inteligente. Dejemos de querer saltar esta época de una zancada, y empecemos a transitarla procurando pisar fuerte por sus senderos para recoger en ellos todos aquellos aprendizajes que podamos, que estoy segura de que nos podrán servir para el futuro.
John Dewey (1859-1952), Pedagogo, psicólogo y filósofo, reconocido por sus grandes aportaciones a la pedagogía experimental, decía que “La educación es la vida en sí misma”.
Pues aquí la tenemos, la vida en sí misma ahora es un gran laboratorio con un alto grado de incertidumbre, donde cada una estamos haciendo nuestro camino y donde las reglas del juego son cambiantes y nos exigen agudizar nuestra creatividad y poner nuestras competencias y conocimientos a prueba. La realidad es que este contexto nos está haciendo aprender mucho y muy rápido. Es que aprender siempre ha supuesto tiempo y esfuerzo, ¿no es así?
Mirar dentro de nosotros
Decía Carl Jung (1875-1961), Psiquiatra y psicólogo, fundador de la escuela de la psicología analítica, que “Quien mira fuera sueña y quien mira dentro despierta”.
Dejemos entonces de mirar tanto el contexto, de querer saber cómo evoluciona, si estos o aquellos nos ayudaron o no, etc. y empecemos a hacernos las preguntas correctas. Dirijamos las preguntas hacia dentro, es decir a analizar cómo nosotros estamos llevando a cabo nuestro día a día. Ya son casi dos años con la COVID. Ya tenemos muchas evidencias de cómo nos está yendo para que podamos analizar ¿Qué estamos haciendo bien?, por el contrario, ¿Qué es lo que más nos está costando? Y de lo que nos está costando, ¿Qué depende 100% de nosotros?, o ¿Qué depende en gran medida de que nosotros podamos actuar? ¿Tenemos margen de maniobra? ¿Podemos todavía evolucionar?
Hacernos las buenas preguntas y respondernos de forma sincera. Para aprender algo o mejorar en algo, no hay otra que primero tomar consciencia.
Mirar dentro de nuestra organización
Hace unos meses, la Fundació Factor Humà estrenó su nuevo manifiesto. Un manifiesto orientado a que las personas y las organizaciones podamos construir un mundo mejor. En uno de sus pilares han situado a las “organizaciones conscientes”. Estas son, según la definición de la propia Fundació, organizaciones que toman sus decisiones de forma coherente con su propósito y sus valores; que ponen a sus personas en el centro; que cultivan liderazgos auténticos; y que se centran en evolucionar para poder aportar en un entorno cada vez mejor. Todas ellas características que tienen en común la mirada hacia adentro.
Recalcular y actuar
Cuando tenemos planes, queremos que se cumplan al máximo. Pero está muy claro que lo que nos sucede no depende únicamente de nosotros. Las circunstancias externas y la actuación de las personas con las que compartimos la vida, tienen un alto grado de influencia en el devenir de las situaciones. Ahora nos está tocando vivir una época donde personas y organizaciones tenemos que llevar un GPS interno preparado para recalcular de forma asidua. Una vida pilotada por ese GPS que no para de recalcular mucho más de lo que nos gustaría.
Ahora bien, cuanta más tormenta haya a nuestro alrededor es cuando más tenemos que ser capaces de tener una buena ancla firme basada en lo que tenemos dentro. Y esto es aplicable a nosotras como personas y también a nosotras como organizaciones. Un ancla forjada gracias a los aprendizajes propios y a nuestra capacidad de reflexionar, analizar y construir.
Hagamos que valga la pena… evolucionemos.