En este lado del mundo, nos vamos acercando a las vacaciones de verano. Así que hoy, con vuestro permiso, me permito la licencia de un post más personal.

1941

Carlos nació en 1941 y a estas horas debe estar preparándose para asistir al “almuerzo de camaradería” con sus compañeros de la UNI (Universidad Nacional de Ingeniería del Perú) con quienes se graduó en 1964. Pronto se cumplirán 60 años del día donde ese grupo de 230 hombres y 2 mujeres terminaron sus estudios.

Tras acabar la UNI, Carlos y sus compañeros organizaron un viaje a Europa. Carlos desde entonces tuvo claro que algún día quería volver a estudiar allí. Así que se inscribió en clases de francés y presentó una solicitud que le permitió ganar una beca para realizar un posgrado en la Université de Liège, en Bélgica. Allí conoció a Lluïsa, una enfermera de Barcelona que también había ido a conocer mundo, trabajar y aprender francés.

Carlos y Lluïsa son mis padres. Se casaron 9 meses después de conocerse y decidieron poner la sede de la familia, que empezaron a construir juntos, en Lima. Ese es el inicio de una historia de amor que perdura a fecha de hoy y que mejor dejo para otro post 🙂 

Pasión por el trabajo

Hoy yo me quiero centrar en Carlos. Cada vez que alguien me habla de pasión por el trabajo, a mi ve viene la imagen de mi padre. Desde muy pequeña recuerdo cómo trabajaba. En casa también ha tenido siempre un despacho. Trabajaba muchas horas. Recuerdo las conversaciones apasionadas que tenía con mi Madre sobre este proyecto u el otro. Como le contaba con todo detalle cómo avanzaban las cosas y como ella, con su gran sabiduría, su ventaja de poder mirárselo todo desde fuera y su voluntad de darle luz sobre lo que sería mejor para él, le daba siempre la clave para la solución. Yo escuchaba… fui una niña que le encantaba escuchar a las personas adultas.

Sí, recuerdo a un Padre muy atareado, pero también a un Padre siempre feliz y apasionado por su trabajo.

Él siempre tenía algo “muy importante” que hacer. Una carta que dictar, en aquellos tiempos donde los Señores dictaban las cartas, un email por escribir o un WhatsApp por contestar, … Ya en los tiempos más recientes. Porque la pasión de Carlos por el trabajo le ha hecho siempre adaptarse a los tiempos. Nunca quiso quedarse atrás en nada. Pero no por el placer de adaptarse a las novedades, sino por el placer de poder hacer mejor su trabajo.

Las personas

Podría escribir muchas líneas, historias e historietas. Pero no me gustaría dejar de recalcar algo importante que mi Padre siempre ha cultivado. Esto es el mejor trato posible hacia las personas. Es algo que va más allá de la educación y de las buenas palabras. Es ser capaz de considerarlas a todas, ocupen el lugar que ocupen en una organización o en cualquier contexto. Es ser capaz de tener en cuenta a la otra persona, de escucharla y de apreciarla. Es ese dejar huella.

Así pues, yo quiero ser como Carlos, porque quiero vivir disfrutando de lo que hago hasta el último día. Quiero seguir aprendiendo y tener el foco en hacer bien todo aquello que haga. Y, finalmente, porque quiero poder siempre estar con gente y compartir con gente. No puedo imaginar un trabajo sin personas con las que conversar, trabajar, deshacer y volver a construir.

Así pues, cada vez que alguien me pregunta si esto de trabajar tanto en lo que te apasiona, sale a cuenta… pues que queréis que os diga ¡Trabajar me hace feliz! ¡Qué voy a hacer, lo mamé en casa desde bien pequeña!

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