¿Es la empatía una fortaleza que transforma equipos o una debilidad que nos hace vulnerables? La respuesta puede no ser tan simple, así que te propongo explorarlo hoy conmigo.
Para centrar algo más la pregunta, me gustaría distinguir entre dos tipos de empatía. La emocional, que es cuando te conectas emocionalmente con la otra persona, y la cognitiva, que es más racional y que se refiere a ponerse en los “zapatos mentales” de la otra persona. Nos permite entender sus pensamientos, sus motivaciones y razonamientos. Hoy quizá me voy a centrar más en la segunda, aunque quizá habría que pensar si emoción y razón realmente pueden dividirse.
¿Qué frena la empatía en las organizaciones?
La empatía organizacional es un proceso humano que se da entre personas. Pero son muchas las barreras que no permiten que este proceso funcione. En lo personal, el cómo somos, nuestras motivaciones, nuestra perspectiva de las situaciones y, en definitiva, nuestros juicios ante el resto del mundo. En lo organizacional también existen barreras que no ayudan a que fluya la empatía: la dichosa jerarquía, los contextos complejos, la carga de trabajo, las inercias, etc. y seguro que me dejo alguna clave que tú puedes identificar de forma precisa según en la organización en la cual trabajes.
Las condiciones de Allport
La hipótesis del contacto del psicólogo Gordon Allport propone que, a más contacto y cercanía con otras personas, menos juicio y más empatía. Allportdesarrolló esta teoría ni más ni menos que para actuar en contextos con grandes diferencias identitarias, sociales y culturales.
Si nos traemos su hipótesis al contexto organizacional, podríamos llegar a afirmar que el contacto entre personas es una condición sine qua non para que se dé la empatía entre profesionales. Ahora bien, Allportdefine cuatro condiciones para que su hipótesis funcione: la primera, la ausencia de jerarquía, la segunda, tener una meta común clara, la tercera, debe haber cooperación interdisciplinar, y finalmente, y quizá la más importante, debe haber un respaldo institucional.
Me pregunto: ¿Estamos creando en las organizaciones las condiciones para que se dé la empatía entre las personas de los equipos?
Entrenar la empatía
La empatía es una habilidad sólida que puede y debe entrenarse como cualquier otra. Con el tiempo, personalmente, me he dado cuenta de que el mejor gimnasio para mi empatía es cuando se enfrenta a otra persona que piensa distinto a mí. Y es que es en ese momento cuando toca pausar el tiempo, reconocer mis barreras personales, dejarlas a un lado y abrirme a la perspectiva, motivaciones, circunstancias y necesidades de la otra persona. Porque además, para llegar a empatizar, se necesita tiempo, tiempo para profundizar, que es lo que nos permitirá realmente conocer y entender a la otra persona.
La propuesta
Mi propuesta hoy con esta reflexión es proponerte que lideres una cadena de empatía en tu organización. Donde ganen las personas y también ganen los equipos. Pero sin olvidarte de las condiciones de Allport, porque a la empatía hay que darle su espacio creando esos tiempos compartidos donde personas de diferentes equipos trabajen juntas con el propósito común de resolver un reto complejo que tengáis sobre la mesa.
No olvides, que las personas que desarrollan la empatía acaban siendo mejores comunicadoras, buenas estrategas y líderes más inspiradoras. Sus redes crecen, reciben mayor reconocimiento y enfrentan el futuro con más optimismo. Y, por lo general, las organizaciones que trabajan la empatía desarrollan soluciones más significativas, duraderas e inclusivas. Porque empatizar no es un acto individual, es un proceso colectivo que fortalece.
La empatía ¿Fortaleza o Debilidad? La empatía no es una debilidad; es una fuerza colectiva que impulsa la innovación, transforma personas y eleva el impacto de los equipos. ¿Estás list@ para liderar con empatía?